3 formas sencillas de eliminar estrés mental.

Nuestra mente es un instrumento maravilloso para almacenar información, procesarla y generar como resultado una dinámica de pensamiento. Pero igual que es nuestra aliada en muchas situaciones, puede convertirse en una fuente de estrés si no comprendemos como hacerla funcionar de la manera adecuada.

Igual que sucede con un ordenador, nuestra mente maneja una cantidad inmensa de información en cada instante. Y por supuesto organiza toda esa información en base a una dinámica de pensamiento específica que tu mismo has ido creando desde tu niñez. Es como si tuviésemos una “plantilla” basada en las percepciones y en las interpretaciones que hemos ido dando a todo lo que nos ha ido sucediendo.

Básicamente, todos mantenemos como dos grandes conjuntos de creencias: Un primer grupo que abarcaría aquellas que tienen relación con “quien creemos ser” (nuestro concepto actual de nosotros mismos). Y un segundo grupo en relación a “quien pensamos que deberíamos ser” (nuestro ideal acerca de nosotros mismos).

Obviamente es imposible alcanzar ese “yo ideal” porque la absoluta perfección no existe. Es como tratar de alcanzar el horizonte. Conforme avanzamos el horizonte se va desplazando, y nunca llegamos a alcanzarlo. Pero esa sensación de que no llegamos a ese ideal, genera en nosotros estrés emocional.

Y lo mismo sucede cuando ante la imagen que vemos de quienes somos pensamos que estamos limitados en nuestro potencial y capacidad de decisión, teniendo la sensación de que nuestra vida “escapa” de nuestro control.

Veamos a continuación algunas ideas simples que pueden ayudarle a eliminar el estrés mental:

1.-Descubre que es lo que realmente puedes controlar.
La principal clave a la hora de eliminar el estrés mental en tu vida es tomar conciencia de cuales son las cosas sobre las que tu tienes un control directo.

Muchas personas no son conscientes de que NO tienen ningún control de todo lo que es externo a ellas mismas. E igualmente tampoco son conscientes de que tienen un CONTROL TOTAL de todo lo que está en su interior.

Una gran mayoría pasa la mayor parte de su tiempo maldiciendo como causas de su estrés a cosas sobre las que no tiene absolutamente el control, y en consecuencia sobre las que bien poco puede hacer. Por ejemplo: el pasado, el clima, el tráfico, envejecer, … y sobre todo a otras personas (lo que dicen, como se sienten, lo que hacen,…). Todas estas cosas tienen en común que tú, por mucho que quieras y te empeñes, NO las puedes controlar.

Reducirás enormemente tu nivel de estrés cuando pases a dedicar la mayor parte de tu tiempo y energía en aquello sobre lo que tienes un control pleno y absoluto: en TI MISMO. Y en enfocarte en tu poder para independientemente de cuales sean las circunstancias en tu vida, hacer una interpretación positiva de esas circunstancias.

2.-Cambia tu enfoque.
Tu enfoque fundamental ha de estar centrado en tu capacidad para tomar decisiones. Ahí reside tu mayor poder. A través de tu capacidad de decidir cualquier cambio se convierte en una posibilidad en tu vida. La capacidad de decisión libera.

Si hay cosas que no te gustan en tu vida, el momento de tomar alguna decisión al respecto ha llegado. Cambia tu enfoque del “victimismo” a la acción. El tiempo es demasiado limitado como para desperdiciarlo lamentándonos. Ese enfoque solo produce estrés. El enfoque en tomar decisiones poderosas y respaldarlas después con acción es una de las mejores estrategias para destruir el estrés mental.

3.-Simplifica.
Con frecuencia, el simple hecho de simplificar algunas áreas de nuestra vida tiene un efecto increíble a la hora de reducir nuestro estrés. Muchas veces caemos presa de la inercia de hacer las cosas “como siempre las hemos hecho”, cuando se podrían estar haciendo de un modo diferente mucho más eficiente.

Una buena pregunta a formularse es: ¿Qué cosas podría simplificar en mi vida? Responde esta pregunta con sinceridad y comienza a actuar en consecuencia.

La respuesta a esta pregunta te hará descubrir probablemente actividades que no son en absoluto necesarias en tu vida y que lo único que te aportan son obligaciones innecesarias. Por ejemplo cosas que has comprado y de las que podrías prescindir porque nunca las usas, suscripciones a revistas que ya no lees, pertenecer a algún club que ya no frecuentas,… Cuando todas esas cosas salgan de tu vida, dejarán espacio para poder incorporar otras cosas más en sintonía con tus valores y objetivos actuales. Y lo que es más importante, esa labor de simplificar te harán sentirte más en control y en consecuencia reducirás tu nivel de estrés.

© 2009 JOSE MARIA VICEDO
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Capaces de ver, pero sin visión.

La historia de Hellen Keller, y su profesora Anne Sullivan, me parece una de las historias de superación más inspiradoras. Hellen Keller fue la primera persona que siendo ciega y sorda, consiguió una licenciatura universitaria en Estados Unidos. Después de licenciarse completo una amplia obra y fue una de las grandes activistas en múltiples causas en su país.

En cierta ocasión, Hellen Keller remarcó que existía una cosa que era peor que ser ciega: Ser capaz de ver pero no tener visión.

La frase es realmente profunda. Hellen Keller bien sabía después de haber vivido una auténtica odisea de superación, que ser ciega era un tremendo reto frente a sus aspiraciones. Pero pronto también comprendió que el verdadero drama no consiste en estar ciego, sino en ser incapaz de “ver” a pesar de tener tus ojos en perfecto estado.

Y esto es algo que les sucede a muchísimas personas. Tienen todo su potencial listo para ser desatado, pero jamás hacen el esfuerzo necesario para poner su “potente maquinaria” en movimiento.

Tienen ojos que ven, pero no son capaces de crear una visión para su vida.
Tienen oídos que funcionan. Pueden oír, pero eligen no escuchar los mensajes que su propia voz interior les lanza para que se atrevan a perseguir sus sueños.
Tienen una lengua para hablar. Pueden hablar, pero no tienen el coraje de lanzar su propio mensaje al mundo y hacer que suene su voz única y especial.

Los seres humanos necesitamos un sentido de propósito en nuestras vidas. Necesitamos de una visión que nos aporte dirección y guía.

Como Henry David Thoreau escribió, “La mayoría de las personas viven vidas de callada desesperación”.

Y cuando uno no tiene una visión propia para su vida, que fácil es ser presa de la “visión” que otros imponen. Y dentro de esos otros podemos incluir a los políticos, la publicidad, los medios de comunicación, tus amistades o familia, tu jefe o compañeros de trabajo,…

Las personas realmente realizadas han tomado el tiempo de diseñar una visión para sus vidas. Viven sus vidas en sintonía con sus propios términos y valores. No tienen la necesidad de llenar sus vacíos con televisión u otras distracciones que lo único que pretenden es camuflar el hecho de que no tienen una visión y objetivos claros para sus vidas.

¡Apaga la televisión y enciende tu propia visión! Decide escribir tu propio guión. Crea una visión para tu vida tan apasionante, inspiradora y atractiva que literalmente tire de ti como un gigantesco imán y te mueva a la acción.

Solo te sentirás realizado cuando descubras tu verdadera visión y empieces a vivir en sintonía con ella. Y solo tu puedes decidir que es realmente importante y significativo para ti. Sin clichés preestablecidos. Tú eres un ser único, y así también lo será tu visión.
Acepta esa responsabilidad, y actúa en consecuencia.

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No todas las decisiones son iguales.

Con frecuencia, en muchos manuales de autoayuda existe contradicción sobre si las decisiones que tomamos han de ser tomadas de manera rápida, o de forma pausada y deliberada.
Mi opinión es que no todas las decisiones son iguales. No se le debe dar el mismo tratamiento a una decisión trivial como puede ser donde comeré hoy, que a una decisión que puede marcar profundamente tu vida como la elección de un socio o una pareja.
Mi consejo es que seas lo más rápido posible tomando las decisiones de poca importancia. Es sorprendente como algunas personas dedican una increíble cantidad de tiempo y energía cada día simplemente a decidir que ropa se pondrán.

Dedica el menor tiempo posible en tomar las decisiones de poco impacto, pero dedica todo el tiempo necesario para tomar adecuadamente las decisiones realmente importantes en tu vida.

Ahora bien, por encima de todo, sean más o menos rápidas tus decisiones, has de convertirte en una persona que toma decisiones y a continuación actúa en consecuencia. . No te quedes en la “parálisis del análisis”, que no es más que la incapacidad para tomar una decisión por creer que nos falta información o por tener demasiada información y no saber como manejarla.

Nunca olvides que no tomar una decisión es tomar una decisión. Y casi siempre quedarse parado sin tomar acción es la peor de la decisiones.

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Soy feliz por que...

Los seres humanos tenemos paradójicamente la tendencia a martirizarnos con todas las cosas que no nos gustan de nuestras vidas. De ese modo son muchas las personas que constantemente se “bombardean” mentalmente repitiéndose una y otra vez todas las cosas que no funcionan en sus vidas. Y muchas veces, a pesar de tener montones de cosas positivas en las que poder enfocar, tendemos a pasar demasiado tiempo pensando solo en las negativas.

Por eso, voy a invitarte a que hagas un ejercicio muy poderoso. Un ejercicio que te ayudará a situarte en un estado emocional entusiasta y positivo. Vamos a “bombardearnos” con todo lo positivo que hay en nuestra vida.
Toma un papel y escribe arriba el siguiente texto: “Soy feliz por que…”
Y a continuación empieza a escribir tantas cosas como se te ocurran.

Por ejemplo tu hoja podría incluir cosas como:

Soy feliz por que…
-Tengo una familia maravillosa.
-Mis hijos crecen sanos.
-Tengo cubiertas todas mis necesidades básicas.
-Tengo buenos amigos.
-Disfruto leyendo un buen libro.
-Me encanta escuchar música.
-Cada día aprendo algo nuevo.
-Etc…

Conforme vayas escribiendo esa lista, te darás cuenta de que si pensamos en ello, todos tenemos motivos para ser felices. Y ese “bombardeo” positivo tiene el efecto de un bálsamo reparador. La simple lectura de esa lista te hará sentirte agradecido y pletórico. Y desde ese estado emocional, la vida se ve de manera muy diferente.

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Sonreir a la vida.


Nada impide tanto nuestra realización como sentirnos “víctimas” de la vida. Muchas son las personas en nuestra sociedad que caen presas de ese cómodo victimismo para justificar su mediocridad. Constantemente le están echando la culpa a las circunstancias de todo lo que les sucede. Justifican su falta de acción y de resultados porque la vida según su parecer les esta “siendo injusta”. Y obviamente desde esa perspectiva inmovilista las cosas no van a cambiar y esa actitud termina por convertirse en una profecía de auto cumplimiento.

Lo que esas personas realmente necesitan es lo que coloquialmente se llama “cambiar el chip”. Su “programación” está equivocada.

La mejor forma de ilustrar este punto es un comentario que leí en cierta ocasión atribuido al artista francés Raoul Dufy.
En una entrevista le preguntaron si la vida le había sonreído. El respondió diciendo que él “había sonreído a la vida”.


No se me ocurre una respuesta mejor. La vida te dará lo que tu le estés dando. Si tu le sonríes a la vida, la vida te sonreirá de vuelta. Tu actitud marcará toda la diferencia.

Pero si tu mantienes una postura de “víctima”, existen pocas posibilidades de que la vida te devuelva su lado más amable.

Y es tan sencillo como hacer una simple elección. La elección de sonreír cada día a la vida.

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Tu propia definición del éxito.

Una de las principales razones por las cuales muchas personas experimentan frustración en sus vidas es porque han aceptado como propia la definición que otros hacen del éxito.

En nuestra sociedad actual se nos bombardea constantemente con una serie de estereotipos que pretenden reflejar los requisitos para ser un “verdadero” triunfador. De ese modo se nos trata de “vender” el cuerpo que deberíamos tener, la clase de estilo de vida que deberíamos podernos permitir, el coche que deberíamos conducir, el tipo de casa en la que deberíamos vivir, los viajes que deberíamos poder hacer,… Y así podríamos continuar indefinidamente en factores relacionados con el aspecto económico.
Pero no queda ahí simplemente la cosa, también aparecen estereotipos sobre el aspecto de nuestra mujer o marido, de nuestros hijos, de las características de nuestro puesto de trabajo…
En definitiva se nos vende desde nuestro “exterior” un modelo de éxito socialmente aceptado.

Pero sinceramente aunque muchas de estas cosas pueden estar muy bien, cada uno de nosotros, en base a nuestra individualidad e intereses podemos tener una “definición” de lo que significa el éxito para nosotros muy diferente a este “modelo” preestablecido.

Por ello, te invito a que reflexiones profundamente sobre algunos aspectos. Te garantizo que cuando uno toma el tiempo de definir con claridad que significa realmente el éxito en su vida, se produce un sentimiento de liberación verdaderamente increíble.

En primer lugar, abre tu mente y plantéate que quizás el tipo de éxito que tu realmente deseas y quieres tener no es el que te están “vendiendo”. ¿Cuáles son tus términos para lograr el éxito?
Debes comenzar a analizar tus verdaderas necesidades como individuo.

¿Qué quieres obtener de la vida? ¿Qué haría que tuvieses la sensación de que tu vida ha sido bien invertida?

Una definición pobre del éxito es aquella que se basa exclusivamente en cosas cuantificables: Dinero, casas, coches, ropa,… El éxito verdadero va mucho más allá de eso, y en el intervienen cosas que no se pueden cuantificar: Amor, pasión, entusiasmo, entrega, alegría, contribución, desarrollo de nuestro potencial,… Como decía la Madre Teresa de Calcuta, "solamente lo barato se compra con dinero".

Y avanzando todavía más en esa clarificación te invito a que te adentres en el por qué. ¿Por qué quieres tener éxito? Te garantizo que tu respuesta a esta pregunta va a estar tremendamente ligada al hecho de “ser” y bien poco al hecho del “tener”. Y posiblemente descubras que es en el camino, en ese avance diario de crecimiento personal y desarrollo donde se encuentra el verdadero éxito. Cuando estás poniendo todo tu potencial en juego en la vida. Cuando sabes que lo estás dando todo y que realmente vives tu vida en base a tus propias convicciones y no en base a un “modelo estereotipo” que te han vendido. En ese instante es cuando la magia del verdadero éxito hace su aparición en tu vida.

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Los cimientos.

A nadie en su sano juicio se le ocurriría tratar de construir un rascacielos sin previamente poner una buena cimentación. Con una buena cimentación en su lugar, podremos luego construir un edificio increíblemente alto con todas las garantías de solidez y resistencia. Pero si faltan esos cimientos, bien poca altura podrá alcanzar ese edificio.

En la vida a nivel personal ocurre exactamente lo mismo. Que habitual es ver a personas sin ningún tipo de “cimientos”, es decir, sin ninguna base sólida moral y de principios, queriendo construir grandes logros en sus vidas. Nunca funciona. Aunque aparentemente parezca que están construyendo “grandes edificios”, en realidad lo único que están haciendo es construir un monstruo con pies de barro. A nivel público lo vemos cada día con una gran cantidad de casos de corrupción y malas prácticas. A nivel privado, muchas veces solemos buscar los “atajos” para conseguir con el menor esfuerzo posible los mayores resultados.

Esa filosofía basada en el mínimo esfuerzo, en el “pelotazo”, en lo fácil y cómodo, jamás produce resultados a largo plazo. No puede construirse una vida de verdadero éxito con esos débiles cimientos. Todo será fachada, pero no habrá contenido. Una vida de cartón piedra, donde fallará lo fundamental: una serie de valores y de principios morales que den solidez a nuestro proyecto de vida.

Sin embargo, cuando se pone por encima de todo a esa estructura personal equilibrada, con valores claros y un firme compromiso, las puertas de la auténtica realización y el verdadero éxito se nos abren de par en par. Cuando comenzamos a vivir nuestra vida en sintonía con nuestros valores fundamentales, se produce una auténtica liberación personal y somos capaces de comenzar a desatar nuestro máximo potencial. Y con esos “cimientos” tan sólidos podremos empezar a construir cada uno de nuestros sueños sin importar la magnitud y el tamaño que estos tengan. Nuestros “cimientos” serán capaces de soportar todos los retos que vayan apareciendo por el camino, y lo que es más importante, al estar en sintonía esos objetivos con nuestros valores, estaremos disfrutando cada segundo de nuestro viaje. Y ahí es precisamente donde reside el éxito verdadero.

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Pidiendo ayuda.

A muchas personas les cuesta pedir ayuda. Es como si pidiendo ayuda se situaran en una situación de vulnerabilidad. Es como admitir algún tipo de debilidad o fallo que rebaje la opinión que el mundo tiene sobre ellos.
Pero ciertamente es justo lo contrario. Los grandes realizadores no suelen tener ningún reparo en pedir ayuda. E incluso diría más: suelen pedir con mucha frecuencia ayuda porque son conscientes que de ese modo están accediendo a montones de reservas de talento en áreas en las que ellos no destacan.

Piensa por un instante si ante momentos de duda o indecisión sueles pedir ayuda. Y si no lo estás haciendo, date cuenta de que tal vez esa actitud te esté limitando a la hora de conseguir importantes mejoras en tu desempeño.

Pedir ayuda cuando se necesita puede aportante innumerables cosas positivas, pero entre todas ellas destacaría especialmente tres:

La primera de ellas es conseguir, gracias a las aportaciones que otras personas te ofrecerán, nuevas distinciones o puntos de vista a los que habrías sido incapaz de llegar solo por tu cuenta.

La segunda es que al pedir la ayuda de alguien estás realmente reconociendo la valía de esa persona para aportarte su opinión o conocimientos. Y eso es algo que indiscutiblemente te ayudará a forjar mejores relaciones.

La tercera es que si eliges eficientemente a las personas a las que solicitar ayuda, tus posibilidades de mejorar y obtener mayores resultados se verán multiplicadas.

Por eso, me gustaría invitarte ahora a reflexionar sobre algún proyecto u objetivo en el que te sientas algo atascado en este momento. ¿Cómo podrías a través de pedir ayuda relanzar ese proyecto? ¿A quién podrías recurrir para que te ofreciese algún buen consejo o guía?

Toma acción, pide ayuda cuando sea necesario, y observa como tu avance hacia tus mayores objetivos se ve acelerado significativamente.

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Los dos caminos.

-“Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo, tome el menos transitado de los dos, y eso fue lo que cambió todo.”
-Robert Frost

Permíteme contarte una pequeña historia con el propósito de ilustrar lo que les ocurre a muchas personas en sus vidas. Yo le llamo la historia de los dos caminos.

Dos muchachos que avanzaban por una camino, llegaron a un punto en el que el camino de bifurcaba en dos.

De las dos opciones de camino que aparecieron ante ellos, el primero era muy similar al camino que habían recorrido hasta ese momento. Se mantenía más o menos el mismo tipo de terreno liso y la vegetación era muy similar a la que habían ido encontrando durante su recorrido hasta ese instante.

El segundo camino sin embargo mostraba un aspecto muy diferente, hasta el punto de que en los metros que podían ver desde donde se encontraban, el camino empezaba a elevarse significativamente, y el suelo se llenaba de obstáculos y rocas. Sin lugar a dudas, aparentemente era un camino más difícil de recorrer. El tipo de vegetación que allí se apreciaba también era muy diferente a la de la parte del camino que ya habían recorrido.

Los dos muchachos se miraron el uno al otro y empezaron a comentar lo que a cada uno les parecía que debían hacer. El primer muchacho, que se llamaba "Conformista", argumentaba que mejor sería que continuasen por el camino que era igual al que habían recorrido hasta entonces. Ya conocían el tipo de terreno, la vegetación que encontrarían y lo recorrerían sin el menor problema.

Pero el segundo muchacho, llamado "Soñador", no estaba para nada de acuerdo. Argumentaba que sería fantástico poder descubrir nuevos paisajes y horizontes, poner a prueba su capacidad de superación, vivir una nueva aventura. Decía que si tenían la habilidad de trepar y escalar tal vez sería porque había un propósito en ello.

Conformista empezó a decirle que si estaba loco, que si no veía que un camino era facilísimo de recorrer y del otro ni siquiera se veía más allá de los primeros metros. Se tendrían que enfrentar a lo desconocido, tendrían que esforzarse mucho más para avanzar.
Soñador le dijo que eso era cierto, pero que si seguían esa opción cómoda, lo único que les esperaba era más de lo mismo. El nuevo camino les ofrecía la posibilidad de conseguir algo nuevo, de explorar sus habilidades…

Finalmente no se pusieron de acuerdo, y decidieron que cada uno seguiría uno de los caminos.

Pronto Conformista, que había elegido el camino aparentemente sencillo, comenzó a aburrirse. Cada metro recorrido era un copia del anterior. Era un camino cómodo de recorrer, pero no le aportaba nada especial. Simplemente eran cientos y cientos de metros todos iguales. Conformista empezó a sentirse cansado, aquella rutina continua había hecho mella en su estado de ánimo. Seguir viendo cada instante lo mismo no le inspiraba. No estaba dando mil pasos, sino un mismo paso mil veces. Pronto una desoladora sensación de rutina se apoderó de él, y tuvo la clara sensación de que tal vez hubiese merecido la pena el riesgo de elegir aquella otra opción.

Soñador, al iniciar el camino que había elegido, se encontró con unos primeros metros realmente difíciles de recorrer. Habían aparecido unos cuantos obstáculos que tuvo que salvar y que requirieron de él su máxima entrega y esfuerzo. Pero una vez superó aquellos obstáculos iniciales, empezaron a parecer ante el paisajes que jamás antes había visto. Aquello le llenaba de entusiasmo y energía. Cada metro del camino suponía un nuevo descubrimiento, y aunque estaba cansado por el esfuerzo, se sentía más feliz de lo que nunca se había sentido. Con su avance se estaba demostrando a si mismo en cada instante que podía lograr más de lo que pensaba, que realmente había merecido la pena el riesgo que había tomado, que aquello realmente le hacía crecer y ser mejor. Llegó un punto en el que se detuvo un instante para recobrar fuerzas y saborear todo lo que había avanzado. A su alrededor el paisaje era absolutamente maravilloso. Desde la altura en la que se encontraba pudo ver el punto en el que el camino se había bifurcado, y vio como el otro camino se extendía hasta que se perdía la vista exactamente igual que cuando empezaba. Y se alegro tremendamente de haber tenido el coraje de elegir aquel camino, el menos transitado.


Es una simple historia, pero creo que refleja una realidad que millones de personas viven día a día en sus vidas por no tener el coraje de creer en sus sueños y su potencial…

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Encontrando tu propio ritmo.

Hace algunos días, mientras observaba una carrera de larga distancia por las calles de mi ciudad, me encontré reflexionando sobre un tema que considero tremendamente importante y que tiene mucha relación con algo que nos sucede muy a menudo en nuestras vidas.

Cuando comenzaron a llegar corredores, pasó un primer grupo que mantenía un ritmo realmente rápido. Obviamente era un grupo de atletas bien entrenado que podía permitirse seguir ese ritmo durante la distancia de la prueba. Pero aún así, a algunos de los atletas que integraban el grupo se les notaba que estaban manteniendo un ritmo algo superior a su propia capacidad, y resultaba obvio que tarde o temprano pagarían el precio de mantener un ritmo demasiado elevado para su nivel preparación.

Detrás de ellos venía un gran pelotón, en el que pude observar lo mismo. Personas que mantenían un ritmo claramente por encima de su nivel, otras que mantenían un ritmo adecuado y por supuesto también otras que podían ir más rápidas pero que básicamente estaban tratando de conservar energías para el final. Y lo mismo sucedía en el grupo de los más rezagados.

¿Qué pretendo decir con este ejemplo? Pues que en la vida muchas veces nos sucede lo mismo. Muchas personas cometen el error de tomar como su propio ritmo el ritmo de avance que ven en otros, sin detenerse ni siquiera a pensar si es ese realmente su “propio” ritmo. Y cuando uno no avanza a su propio ritmo, sino que se deja influir, corre el riesgo o bien de quemarse en el camino, o justo lo contrario, malgastar su potencial avanzando con demasiada lentitud.

Por eso me gustaría que ahora te preguntaras lo siguiente: ¿Cuántas veces has permitido que otros establezcan tu ritmo, ignorando tus propias metas y capacidades? ¿Cuántas veces juzgas tus éxitos o tus fracasos por lo que otros han hecho?

Te animo a que tomes la decisión de que el ritmo de tu “carrera”, es decir de tu vida, has de marcarlo tú. Sin comparaciones de ningún tipo. Siendo consciente de tus objetivos y capacidad.

Recuerda que lo más importante es elegir el destino correcto y no la velocidad a la que avanzamos. Lo fundamental es que tu avance sea en la dirección adecuada, aquella que tu quieres para tu vida. Y después ponle el ritmo y velocidad que te permita avanzar firmemente, pero sin quemarte en el intento.

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Uno de los principales obstáculos del cambio.

Uno de los principales obstáculos que muchas personas enfrentan a la hora de generar un cambio positivo en sus vidas es su propio ego. Cuando nuestro ego entra en juego, es fácil caer en la dinámica de sentir que sabemos más que nadie y que nuestra forma de hacer las cosas es la mejor. Que habitual resulta ver a personas brillantes envueltas en discusiones inútiles, simplemente por no dar su brazo a torcer y tratar de demostrar a toda costa que ellas tenían razón. Y desde esa perspectiva, nuestra mente queda cerrada a toda opción de cambio y mejora.

Para crecer, evolucionar y cambiar hace falta una buena dosis de humildad. El punto de partida ha de ser reconocer que las cosas pueden hacerse mejor, estar abiertos a que alguien nos enseñe como podemos mejorar. Dejar a un lado el ego, y admitir que hay cosas en las que no somos ni mucho menos perfectos.

Y cuando uno es capaz de dejar a un lado ese ego inflado, descubre todo un mundo de posibilidades. Se comienzan a ver múltiples opciones que antes simplemente tu ego no te dejaba ver. Empiezas a disfrutar del proceso de crecer y aprender, sin tener que estar encorsetado defendiendo ese enorme ego. Se produce una auténtica liberación.

Piensa por un instante en como está afectando tu ego a tu desarrollo personal y profesional. Reflexiona un poco sobre situaciones en las que tu ego te ha jugado malas pasadas. Y sobre todo, proponte firmemente que ese ego no limite tus posibilidades de desarrollo personal y crecimiento.

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El liderazgo interior.

Cuando después de algún tropiezo no hay reflexión para analizar cuales han sido las causas del mismo y como se podría haber evitado, se corre el riesgo de volver a repetir una y otra vez los mismos errores.

Y esto es algo que se ve con frecuencia en muchas personas, e incluso a nivel global en nuestra sociedad. Tenemos por un lado a personas que se empeñan en continuar haciendo las cosas del mismo modo en que las han hecho siempre, sin darse cuenta de que cuando no se cambia de dirección es imposible llegar a un nuevo destino. A un nivel más amplio estamos viendo hoy como después de la tremenda crisis financiera que se está viviendo, la mayor parte de las medidas que se están emprendiendo son simplemente para conseguir volver a la situación que teníamos antes de la llegada de esa crisis. Poca gente realmente se ha parado a reflexionar el porqué de que las cosas salieran mal, y lo que es más importante, si realmente se quiere volver a estar como antes.

Todo instante en el que las cosas no salen bien es realmente una oportunidad tremenda para analizar los porqués, y sobre todo para emprender de una manera creativa nuevos caminos que nos permitan mejorar, crecer y obtener resultados más en sintonía con nuestros principales valores. Desafortunadamente, este patrón de pensamiento es algo que no abunda especialmente en la mayoría de “líderes” con capacidad para realmente impactar en nuestro mundo futuro. Y digo líderes entre comillas, porque realmente ahora más que nunca se hacen necesarios verdaderos líderes. Líderes que vuelvan a poner los valores fundamentales del ser humano encima de la mesa. Líderes dispuestos a remangarse las mangas y ponerse a trabajar liderando con el ejemplo. Líderes íntegros y valientes dispuestos a tomar acción masiva para generar resultados reales.

Y aunque ciertamente el panorama actual puede entenderse como desalentador, creo firmemente que la mayor esperanza que tiene la humanidad es que de una vez por todas cada uno de nosotros dejemos a un lado la mediocridad y decidamos apostar fuertemente por desatar cada día nuestro máximo potencial. Apostar cada día por desarrollarnos y generar el mayor impacto positivo a nuestro alrededor. Apostar cada día porque al menos nuestro hogar, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo,… reciban ese impacto positivo por nuestra parte. Si millones de personas aceptaran esa responsabilidad de ser auténticos líderes en sus propias vidas nuestro mundo sería absolutamente diferente.
Esa es la clase de mundo en la que yo creo y que me gustaría que viesen mis hijos.

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¿El mejor modo de invertir nuestros recursos?

Una pregunta que puede ayudarnos en gran medida a mejorar y desarrollarnos en todas las áreas importantes de nuestra vida es la siguiente:

¿De que modo estoy invirtiendo los recursos que poseo?

Y cuando hablo aquí de recursos me refiero a todo tipo de recursos: tu tiempo, tus recursos financieros, tu energía, tu amor,... Esa es una buena pregunta que respondida con sinceridad siempre te ayudará a tomar conciencia de si el modo en que actualmente estas utilizando todos esos recursos es el más adecuado o no.
Probablemente cuando respondas a esta pregunta te darás cuenta de que no estás utilizando cada uno de estos recursos de la manera más efectiva. Tal vez estés siempre dando prioridad a las cosas que aparentemente son urgentes y estés dejando de lado las cosas que son realmente importantes.

El objetivo ha de ser invertir nuestros recursos en todas aquellas actividades que nos reporten el máximo valor de realización. Nada supera en satisfacción a la sensación de saber que tu vida está siendo bien invertida. Y esa es una de las grandes claves de la auténtica felicidad, tener la sensación cada día de que avanzamos, de que realmente estamos invirtiendo de manera sabia cada uno de nuestros limitados recursos.
Decide tomar el control de todas tus "inversiones" a partir de este mismo instante.

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